martes, 9 de noviembre de 2010

Mi "jobi" (febrero 2008)

Tranquilos, hoy no me voy a meter con nadie.
Después de tres meses y pico de injustificada ausencia me he inspirado para escribir alguna tontería, y he decidido de forma unilateral y sin consultar a nadie escribir un poquito sobre mi “JOBI”, palabro ingles que significa afición.
 
Ñoras y Ñores, servidor es radioaficionado.
 
¿Pero qué es eso?
 
Eso es un señor o señora, al que le gusta modular ondas electromagnéticas y lanzarlas al mundo, para que otros señores o señoras situados en otros lugares que pueden ser lejanos, o no, demodulen esas ondas y vean o escuchen la información que contienen.
 
Para realizar tan magna hazaña es necesario disponer de unos cacharros adecuados a tal efecto, los cacharros se resumen en:
 
Un emisor de radio
Un receptor de radio
Y algo lo más parecido posible a una antena, a ser posible en el tejado.
 
Y ahora viene lo divertido.
 
Uno puede construirse los cacharros con mucha imaginación, paciencia y poco dinero o comprarlos con mucho dinero, y nada de paciencia e imaginación.
En la actualidad hay que reconocer que es más barato comprarse una maravilla de emisor japonés por menos dinero que lo que costaría construirse uno mismo un cacharro con muchas menos prestaciones, y en ello estamos, nos compramos los juguetes y los usamos.
Pero...
Realmente esto es una afición con truco, hay que obtener la licencia del ministerio de industria y comunicaciones previo paso por un examen, hay que documentar y justificar los cálculos de los equipos de emisión y las antenas, hay que tener un seguro por si se te cae la antena del tejado y sobre todo es una afición que requiere constancia y autodisciplina, debido a estas dos últimas causas, la radio como afición cada vez tiene menos adeptos y somos una especie en vías de extinción, como los curas, que también requieren constancia y autodisciplina.
 
A pesar de todo, y a pesar de que llevo 30 años en esto de la radio, aun me emociono cuando contestan a una de mis llamadas desde Tahilandia, cuando recibo la señal de algún misionero en alguna planicie africana, cuando escucho a las tropas españolas desde Afganistán, o simplemente cuando charlo con algún colega próximo al que sigo bombardeando a preguntas de temas radiofónicos y técnicos que no domino.
 
Y es que yo aún no he perdido mi capacidad de asombro, estoy escribiendo con un teclado ergonómico (es que yo soy así de chulo) delante de un monitor de Tv. conectado a un cacharro que a su vez está conectado a la línea de teléfono, que permitirá que este texto sea visto por quien quiera desde cualquier sitio donde exista una conexión a Internet, ¿Esto es asombroso, verdad?
Pues los radioaficionados lo hacemos más difícil todavía ¡Sin conexión telefónica!
 
Ya sé que esto no le importa a nadie, pero a mí me gusta desde que era niño, en fin... sigo asombrándome.
 
Sed buenos y asombraros un poquito de vuestro alrededor.
 
Yo Diego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario